martes, 31 de enero de 2012

Respecto al tránsito del juicio sobre lo bello al de lo sublime y la posibilidad de éste en un objeto artístico contemporáneo, utilizando como base teórica los parágrafos del 23 al 29, de la “Crítica del Juicio Estético”, de Immanuel Kant. Por Erick Bustamante B.


Este breve ensayo tiene como objetivo buscar la posibilidad de que en un objeto artístico contemporáneo, sea cual sea su caracterización (técnica, género) se dé el tránsito del juicio sobre lo bello (forma del objeto) al movimiento del espíritu, producido por aquello que horroriza y atrae a la vez (sin forma), pues, lo sublime.
Es importante señalar que el concepto  contemporáneo de belleza en el arte es algo diferente al  de la época de Kant, empezando porque en la actualidad incluso se cuestiona si el arte debe ser bello; el arte ha llegado a ser más que un cuadro, una escultura, pues, un objeto hecho para el simple deleite, pues si fuera así, dónde quedaría la intención antiestética, burda, incluso brutal de muchas piezas del arte contemporáneo, que paradójicamente son producto de la “libertad absoluta” del artista kantiano. Inclusive se podría cuestionar si el objeto debería llamarse obra de arte, mas la respuesta kantiana no existe, pues el filósofo no da pautas para la concepción de una obra de arte como tal, pero si pretende una universalización de la facultad de juzgar si lo es, es decir lo deja a criterio del sujeto y la decisión descansa siempre en la subjetividad.
 Por éste motivo éste texto se delimita al arte contemporáneo, pues se cree que es la época donde gran parte de la producción artística se desprende de la acción libre y desinteresada del artista; el movimiento base del animal  cultural, cuyo anhelo de la libertad es latente, y es precisamente en la manifestación cultural donde encuentra motivos para ejercer su libertad, pues está asociada con el juicio de gusto (según Kant, nunca el hombre es tan libre como cuando ejerce el juicio de gusto).
Ahora bien, se puede hacer un señalamiento respecto a la idea del gusto y lo antiestético de algunas obras contemporáneas, y es la posibilidad de que sea esto el objeto del goce, es decir, que lo placentero sea esa cuota de anti esteticismo intencional del artista. Como se puede ver el objeto artístico va a originar un juicio estético que siempre es subjetivo y se presenta como ejercicio de la libertad ya que “no tiene  pretensión más que al sentimiento de placer  y no a un conocimiento del objeto1”, debido al desinterés del juicio de gusto el cual no depende del objeto. Ese desinterés es fundamental en la creación de una obra de arte, pues lleva al autor a crear el objeto de placer, como una reacción que al faltar el objeto, lo inventa. Esto podría servir de base para afirmar que desear un objeto inexistente en cierta forma es crearlo.
En cuanto a lo sublime, Kant no ejemplifica con obras de arte, pero, dado que el sentimiento de lo sublime, al contrario que en lo bello, refiere a la ilimitación, a la cantidad (y no a la cualidad) en cierta forma trasciende el objeto y “deja de ser un juego y se convierte en seriedad en la ocupación de la imaginación2”.
Lo sublime  en el arte, dice  Kant, se limita siempre a la concordancia con la naturaleza. De esta afirmación, en cuanto a la aplicación en un objeto artístico, se puede deducir que se limita a una representación figurativa-naturalista y  no puede pretender universalidad, dado el carácter individual de la experiencia de lo sublime.
El resultado sería una obra casi que ilustrativa de la naturaleza en un estado de violencia de la cual somos sólo testigos.
Pero aquí lo importante es que lo sublime no está en el cuadro ni en lo que éste se puede advertir, pues según dice Kant sólo podemos decir que el objeto es propio para exponer una sublimidad que puede encontrarse en  el espíritu, pues lo propiamente sublime no puede encontrarse en forma sensible alguna, sólo se refiere a ideas de la razón, que , aunque ninguna exposición adecuada de ellas sea posible son puestas en movimiento y atraídas por el espíritu justamente por esa inadecuación que se deja exponer sensiblemente. Partiendo de ese texto se puede decir que lo sublime en el arte (como representación de la naturaleza) depende del que pone o no sublimidad en la representación, es decir, en el concepto al que alude la obra, debido a que el entendimiento, que contempla el objeto, se abandona a este, dándose el tránsito hacia el sentimiento de lo sublime por parte de la razón, y el objeto en sí deja de ser tan importante y lo es ahora más el concepto al que alude.
Ahora bien, es preciso señalar que en la “analítica de lo sublime” Kant se refiere a la experiencia del sentimiento de lo sublime respecto de la naturaleza pero dice además que en el arte puede haber sublimidad en cuanto esté en concordancia con la misma naturaleza. Aunque sólo parezca un indicio de que es posible experimentar sublimidad en el arte, es mucho más que eso, si se piensa en la necesidad expresiva del artista, desde luego siempre pensando el arte como producción libre y desinteresada, pues facilita la opción de búsqueda  de recursos expresivos en función de la exposición de sus ideas y puede ser posible, de esta manera, lograr en el espectador una reacción que por lo menos trascienda la predisposición a la experiencia de lo bello , producto de una estereotipación del arte.
El sentimiento de lo sublime en el arte puede ser un tema debatible, pero es real y objetivo, más si se demuestra que el espectador puede no sublimar ante un concepto expresado en una obra artística, pero no puede negar si la obra es producto de esa operación sólo que hecha por parte del artista, ya que este produce la obra desde sí para el exterior como un acto de expresión de su interioridad y si considera que el objeto creado es relativo a lo sublime (desde lo subjetivo, en su forma de pensar, que pone sublimidad en el objeto) puede el espectador no estar de acuerdo, mas no puede desacreditarlo.
Desde este punto de vista también  puede originarse un objeto de arte relativo a lo sublime, desde la  perspectiva del creador y no del espectador. Entonces ¿podría la obra pretender ser universalmente aceptada como relativa a lo sublime?; es muy posible que no, dado que todas las personas no tienen los mismos temores.
Así como en la naturaleza, se puede decir que en el arte se puede experimentar el sentimiento de lo sublime tanto dinámico como matemático y también es posible que el acto de sublimación se de por parte del artista y la obra sea el producto de esa acción comportándose la obra como una fuerza, de todas maneras.
Se puede decir que una obra de arte puede referir a lo sublime, ya que al igual que en  la naturaleza, este concepto no se encuentra propiamente en el objeto, si no en lo que representa para el individuo:”Para lo bello de la naturaleza tenemos que buscar una base fuera de nosotros; para lo sublime, empero, sólo en nosotros y en el modo de pensar, que pone sublimidad en la representación de aquella3”.


























Citas
1 parágrafo 23, pag.239
2 parágrafo 23, pag.240
3 parágrafo 23, pag.242

No hay comentarios:

Publicar un comentario